lunes, 11 de agosto de 2008

Biografia de Maria Antonieta


Hija del emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Francisco I , gran duque de Toscana y de su esposa María Teresa I, archiduquesa de Austria, princesa de Hungría y reina de Bohemia, nace el 2 de noviembre de 1755. Es la decimoquinta y penúltima hija de la pareja imperial. De ella se encargan las ayas, gobernantas de la familia real (Mme de Brandeiss y la severa Mme de Lerchenfeld), bajo la estricta supervisión de la emperatriz, que tiene ideas muy básicas sobre la educación de los hijos: higiene severa, régimen estricto y fortalecimiento del cuerpo. Pasa su infancia entre los palacios de Hofburg y Schönbrunn, en Viena.
La emperatriz ya se esfuerza por casar a su hija con el mayor de los nietos de Luis XV que tiene, más o menos, la misma edad que ella. Al mismo tiempo María Teresa I acaricia la idea de unir a otra de sus hijas, Isabel, con el viejo rey Luis XV. Se trata de sellar la alianza franco-austríaca nacida de la famosa « caída de las alianzas » concretada en 1756 por el tratado de Versalles, con el fin de neutralizar la ascensión de Prusia y la expansión de Inglaterra.
Cuando María Antonieta tiene 13 años la emperatriz, vieja dama y viuda, se interesa más por su educación con el fin de casarla. La archiduquesa toma lecciones de clave con Gluck y de baile (francés) con Noverre. Cuando su madre elige, además, a dos actores para darle clases de dicción y de canto el embajador francés protesta oficialmente (los actores pasan entonces por personajes poco recomendables). María Teresa I le pide entonces que nombre a un preceptor aceptado por la corona de Francia. Será el abad de Vermond, admirador del Siglo de las luces y aficionado a las Bellas Artes que, enviado a la corte imperial, iba a reparar las lagunas en la educación de la joven archiduquesa y comenzar a prepararla para sus futuras funciones.
El 13 de junio de 1769 el marqués de Durfort, embajador de Francia en Viena, realiza la petición de mano para el Delfín. María Teresa I acepta de inmediato. En Francia el partido devoto, hostil por la caída de las alianzas llevada a cabo por el duque de Choiseul en favor del enemigo sempiterno, llama ya a la futura delfina "la Austríaca".

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